jueves, 30 de abril de 2009

El Ciego

-¿Puedes arreglarme?
-¿Qué me pidió?
-Que si puedes arreglarme.

Un hombre entró la escuela, y parecía como todos los otros alumnos que estudiaban aquí. Soy maestra en una escuela por los ciegos, y él, claro, era ciego. Llevó gafas del sol y una cana. Todos los ciegos en mi escuela no eran tan obvios, pero a pesar de las dos cosas que anunciaban al mundo que él estaba ciego, él caminó con confianza. No usaba su cana, y también evitó de caerse cuando subió los escalones, que recentamente había recibido una capa de pintura fresca.

-¿Quién es? ¿Qué quiere? No creo que es ciego.
-¡Sí, yo soy! Solo es que...tengo otra manera para ver. O sea, para identificar otros objectos cercanos de sí mismo.
-¿De qué está hablando?

El hombre suspiró y inhaló profundamente por la nariz. Caminó un rato hasta que casi me alcanzó.

-Estás vestida en una camisa roja, y pantalones azules, quizás jeans, ¿verdad?

Era la verdad.

Me enojó. Creo que estaba engañandome. Alcanzé por sus gafas y las arranqué de su cara. Me asustó que viera.

Este hombre no tenía pupilas ni irises. Sus ojos solo eran blancos, con partes rojos, de la sangre. En serio, él no podía ver.

-Lo siento muchísimo- le dije. Devolví las gafas.
-Está bien. Nací con estes ojos que nunca podían ver. Y este nariz, que sí podía ver.
-¿Cómo es así?
-Es simple. Cada color tiene un olor. Puedo usar el sentido de olfato para casi ver cosas. No es decir que veo con mi nariz, sino puedo determinar la distancia entre objectos y yo por tan fuerte el olor sea. Puedo determinar y adivinar como parece un objeto, como tu camisa.

En solo casi un minuto, él me hubo enojado, él me hubo asustado, y él me hubo fascinado. Pero él me pareció triste.

-Hay problemas cuando huela usted, ¿no?- le dije.
-Claro que sí. Por ejemplo, tienes el pelo negro, ¿verdad?
-Sí.
-Todas las cosas que sean negras me dan asco. Están repugnantes. Y también me odio los arco irises.
-Pero, ¿por qué? Están tan lejos, y además tienen muchas colores brillantes y hermosos.
-Tengo un sentido de olfato bien fuerte. Y hay demasiados colores en un lugar. Es dificil a respirar en lugares con tantos colores. Tal vez mi habilidad te parezca interesante o chevere, pero estoy sufriendo. Alguien me dijo que aquí está un escuela por personas ciegas. Quiero vivir como un humano ciego, no como un murciélago, o algo así.

Él suspiró con tristeza que jamás encontré en los alumnos aquí. Él fue dejado sin esperanza. Estaba respirando primeramente por la boca. Intenté a cubrir mi pelo, pero no supe si funcionaría para protegerle del olor. No pude aliviar nada de su sufrimiento.

-Lo siento otra vez. No puedo hacer algo para su situación. No puedo arreglarte.

Él sonrió.

-No te preocupes. Voy a sobrevivir.
-No te preocupes tampoco. Si hay remedio, lo encontaré.

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