lunes, 9 de marzo de 2009

Judiciales

– ¿Qué tiene, perrito? – ella dijo. Su perro estuvo jugando con algo en la boca. Cayó de las mandíbulas, y ella alcanzó a determinar que fue.

Fue una mano de un ser humano, pero estaba muerte y tuvo marcas de los dientes del perro.

– Dios – ella murmuró. Ella quiso echarla, pero no lo hizo, porque se dio cuenta que su perro iba a morderla otra vez y regreso con la mano. También, reconoció la mano.

Se la perteneció a ella. Era el mismo tamaño, y tenía las mismas marcas. El color era casi el mismo, pero era un poco más esclaro, porque estaba carne muerto.

Ella miró a las dos manos que tenía. Era imposible que la mano le perteneciera a ella.

Ella miró a su perro. Como se hizo en la tele, ella presentó la mano al perro para olérsela, así que pueda encontrar dónde vino la mano.

El perro se fue, y ella lo segó.

– ¡Párate, perro! No puedo correr tan rápido como tú. ¡Párate un ratito! –ella gritó. Pero el perro no segó con despacio.

Finalmente llegaron al campo, a un sitio que tenía marcas frescas en el suelo. Algo ha ocurrido aquí recentalmente. Con un poco de miedo, ella permitió su perro a buscar dónde vino la mano.

Eventualmente, encontraron un cadáver de una mujer hermosa. Tenía cabello largo y negro, tenía ojos negros, uñas cortas y limpias, y dientes perfectos. Estaba vestido en una falda negra. Le pareció a ella que estaba ella misma. El pero aulló por un tiempo largo.

¿Qué podía ser que ella estuviera muerte y aquí, viviente, al mismo tiempo?

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